jueves, 10 de noviembre de 2022

Ayuso y la salud

Con su limitación intelectual y su psicopatía, Isabel Díaz Ayuso es una bala de plata para los amos del sistema. Esa limitación intelectual, unida a su actitud poligonera, resulta perfecta para convertirla en el referente de cuñados, charos, canis y chonis de clase media y trabajadora, sin cuyos votos ningún partido -el PP o cualquier otro- podría aspirar a gobernar. 

Por otra parte, su sobreexposición pública viene muy bien para situarla como representación absoluta de un mal -por ejemplo, la degradación y privatización de la Sanidad pública- que va mucho más allá de una persona, un partido político o una comunidad autónoma. De esta forma, se eclipsan las políticas similares que están llevando a cabo partidos considerados de izquierda -PSOE, ERC, Compromís- en otras autonomías, y sobre todo, se saca de foco a los verdaderos responsables de esas políticas: corporaciones, fondos de inversión, lobbys y, en última instancia, el sistema económico-político-social hegemónico en Occidente: el neoliberalismo. 

Por eso, la manifestación en defensa de la Sanidad pública del 13 de noviembre en Madrid no debería ser solamente una exigencia de dimisión de Díaz Ayuso, sino una exigencia de cambio de un modelo sanitario demencial que comienza con la Ley 15/1997 de "Habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud".

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