martes, 19 de agosto de 2014

Podemos y el momento del 'bajón'

Qué quieren que les diga, a mí Podemos me recuerda al Atlético de Madrid. Y no sólo porque simpatice con uno y con otro, o porque ambos sean outsiders frente al bipartidismo en el poder, que también. Me viene la comparación a la cabeza tras conocer la última encuesta del CIS que le coloca ya como tercera fuerza política, tras PP y PSOE y a poco más de un año para las generales.

Me viene a la cabeza porque, desde unos años a esta parte, el Atlético empezaba las temporadas imparable, tanto que en la prensa y en la calle se comentaba que podía hacerle sombra al Barça y al madrid. Pero llegaban los agoreros, que, argumentando falta de experiencia competitiva y escasez de recambios en el banquillo, auguraban que el Atleti en cabeza de la Liga sería flor de un par de meses, hasta que le llegara el "bajón".

Y el "bajón" llegaba. Un año en noviembre, el siguiente en enero, cada año más tarde, pero siempre llegaban tres o cuatro petardazos seguidos que dejaban al outsider incapacitado para pelearle el título a los de siempre. Hasta este año de gloria, claro.

Y por eso me acuerdo del Atleti ahora que Podemos apunta a colocarse en posición de llegar algún día al poder. Porque cuando el débil asoma la nariz por los territorios coto de los grandes, uno tiende a pensar que el sueño no puede durar mucho. Tan agorera perspectiva viene motivada por años de sufrimiento rojiblanco, pero también, y sobre todo, por análisis más serios.

En contra de lo que afirman muchos iletrados, el programa de Podemos es serio. El problema es cuántos de sus potenciales votantes se lo han leído y están de acuerdo con él, y cuántos se han apuntado a Podemos como hace tres años se apuntaban al 15-M: con espíritu de pataleta y razonamientos de demagogia, con el "no nos representan" como límite de su pensamiento político.

Porque armar bulla en las plazas y despotricar a diestro y siniestro (nunca mejor dicho) es fácil, y divertido. Pero con eso no se cambia un país, ni se regenera la política, ni se reflota la economía ni se redistribuye la riqueza. Los hipsters de Sol salieron haciendo fú cuando el 15-M se puso a la tarea de plantear propuestas serias. 

A nadie se le escapa que Podemos es visto por muchos españoles como una reedición en partido del movimiento de las manos en alto. Ignoro hasta qué punto sus dirigentes e impulsores son conscientes de ello -pero imagino que bastante-. Ignoro también qué les parece -aunque imagino que mientras les sirva para sumar apoyos en las encuestas les parecerá de pelotas-.

Y ahí veo venir el bajón. En que el 15-M iba a ser la "Spanish Revolution" y se quedó en cuatro gatos en dos plazas. Y que, si llega el momento de gobernar -y con él, el de ponerse serios-, no me cabe duda de que Podemos se pondrá a ello, y lo hará con la mejor de las intenciones posibles. Pero, como dice Antonio Banderas en El Mariachi 2, es más fácil disparar que tocar la guitarra. Y el "no nos representan" no sirve para gobernar, sólo vale para quejarse.

Todos los que votan Podemos como una expresión del derecho al pataleo se enfrentarían a la realidad, y entonces llegaría el bajón, como le llegó al 15-M. La clave está en a cuántos votantes de Podemos les da igual izquierda que derecha, trabajador que empresario, un programa que otro. De la magnitud de ese porcentaje dependerá la magnitud, y el momento, del bajón, y con ello el futuro de Podemos.