miércoles, 25 de mayo de 2011

'Spanish Revolution'... ¿seguiremos adelante?


E

Escribo estas líneas con resaca de las elecciones y de la previa concentración en Sol. De las primeras, poco hay que hablar. Se esperaba la debacle del PSOE, y ha sucedido. Se pronosticaba que el PP arrasaría, y ha arrasado. Se vaticinaba un ascenso de los partidos políticos minoritarios, y así ha sido. Hasta aquí, nada nuevo. Pero la política no consiste sólo en unas elecciones cada cuatro años. Veamos.

A primeros de mayo, empezaban a circular por Internet mensajes y e-mails convocando a una concentración por la “democracia real” el 15 de mayo. A pesar de su inicial intención “apolítica”, ampliamente criticada, miles de personas se manifestaron en Madrid con reclamaciones muy políticas: un sistema electoral más participativo, eliminación de los privilegios de los gobernantes, más control popular sobre las cuestiones públicas.

Lo demás es conocido: acampada, desalojo policial y una nueva acampada que fue creciendo y atrayendo a más simpatizantes hasta los 25.000 concentrados del viernes y el sábado pasados. ¿Sirve de algo?, pregunta la gente. De momento, para que no nos tomen por gilipollas, pienso yo. Después de 20 años de precarización progresiva, de inflación encubierta, de recorte de derechos, de falta de participación democrática, el personal estaba más parado que nunca. ¿Cómo no nos las iban a seguir colando? Los derechos no se regalan, se conquistan; y si no los defiendes, te los quitan, visto está.

Las concentraciones y acampadas de la Puerta del Sol y otras plazas del Estado han vuelto a colocar la política en la agenda del común de los ciudadanos. Hacía muchos, muchos años que no oía hablar de política en la calle, en el Metro, en el supermercado. Los privilegios de la clase política, los perjuicios que sufre el pueblo merced a sus dictados y la necesidad de cambios han desbancado a las chorradas de Mourinho y los cotilleos de Salvame en el Top 5 de los temas de conversación. Sólo por eso habría merecido la pena.

En enero, en febrero, tunecinos y egipcios despertaban la admiración y la envidia de los que no nos conformamos con un presente precario y un futuro miserable. Ellos se han atrevido a pelear por sus derechos, pero aquí nadie se mueve, nos lamentábamos. Ahora se ha vuelto la tortilla. Ahora los madrileños y el resto de ciudadanos del Estado volvemos a ser un ejemplo para el mundo. Si en el 36 fuimos la vanguardia de la lucha contra el fascismo, en 2011 nos hemos convertido en la vanguardia de la lucha contra el capitalismo salvaje y la democracia de pastel.

Somos antisistema, sí, como lo fueron los ilustrados y los sans-culottes que acabaron con el Antiguo Régimen; como las sufragistas y como Sacco y Vanzetti, que extendieron los derechos y las libertades al grueso de los habitantes de EE.UU. Si un sistema es injusto, nuestra obligación moral (y lo que nos interesa) es cambiarlo.

Pero esto no acaba aquí. Dar un aldabonazo en Sol y llamar al voto a los partidos minoritarios son acciones importantes, pero simbólicas. Es el momento de extender las movilizaciones y plantear propuestas concretas. Las primeras (eliminación de privilegios de la clase política, lucha contra el empleo precario, derecho a la vivienda, defensa de los servicios públicos, control a los bancos, fiscalidad más justa, democracia participativa, más libertades ciudadanas y reducción del gasto militar) suponen un giro de 180 grados en la tendencia político-económica de las últimas dos décadas. Digan lo que digan los tertulianos-de-bar de RNE, los jóvenes de 2011 vivimos mucho peor que los de hace 20 años. De nosotros depende que nuestros hijos no tengan que decir lo mismo.


Dedicado a tod@s l@s que creyeron en la fuerza de la movilización popular desde el primer día, antes de que se pusiera de moda y todo dios se subiera al carro.