sábado, 6 de febrero de 2010

Bad Religion


Cuando a principios de los 80, las bandas de punk oscilaban entre el estilo rabioso de los seguidores de los Sex Pistols y el punk rock amable que triunfaba en los clubs y las radios, cuyos principales representantes son los Ramones, Bad Religion se descolgaba con un estilo que con el tiempo acabaría siendo conocido como Hardcore melódico. A la velocidad y contundencia de grupos como Bad Brains y Dead Kennedys, se unía una mayor presencia de la voz y la melodía, que entroncaba con estilos como el rock surfero típico del Sur de California y el incipiente rock alternativo americano de grupos como Hüsker Dü y R.E.M., que con el tiempo acabaría siendo estrella mundial.

Estas características se ven ya en su primer disco How Could Hell Be Any Worse?. Aunque el segundo, Into The Unknown, es un cambio hacia un rock más psicodélico, con el EP Bad Religion, en el que se incluye la canción que da nombre al grupo, vuelven a su estilo rápido y directo.

Al contrario que los grupos que hablaban o bien de los problemas de la edad del acné, o bien de la necesidad de destruir el sistema, las letras de Bad Religion abren el campo de los mensajes políticos a posturas más elaboradas e incluyen reflexiones más tendentes a la filosofía y a la existencia cotidiana. Junto a esto, aparecen referencias a obras pictóricas o literarias, como El señor de las moscas.

Es a finales de los 80, con el disco Suffer (1987) y, sobre todo, con el No Control (1989), cuando Bad Religion inventa el Hardcore melódico, salta a la fama mundial e inaugura la moda del punk californiano, que continuará con grupos como The Offspring, Green Day y NOFX, el primero y el último apadrinados por la banda a través de su discográfica Epitaph, que llegará a ser el sello independiente que más copias ha vendido de uno de sus discos (el Smash, de Offspring).

Durante cuatro o cinco años, la banda se mantiene como referencia mundial del punk rock, con álbumes como Against the Grain (1991) y Generator (1992), pero en 1993 cambian de discográfica, se van a Sony, y emprenden un camino de dulcificación de su sonido que les lleva más cerca del infierno -rechazo y olvido de los fans- que del paraíso mainstreaming. Luego llegan No Substance (1998) y The New America (2000), más cercanos al rock alternativo postgrunge que al hardcore melódico.

Viendo que no logran convertirse en un grupo masivo y que sus seguidores de siempre empezaban a abandonarles, Graffin, Gurevitz y compañía vuelven a su discográfica de toda la vida, Epitaph, y al sonido que les hizo grandes. En 2002, el mismo año que Sony publica el disco que le debían -el recopilatorio Punk Rock Songs (the Epic Years)-, Bad Religion saca el The Process of Belief, con el que empiezan a recuperar su esencia y su público en un solo trabajo. Esta línea sigue con el siguiente disco: The Empire Strikes First, lanzado en 2004 con un sonido contundente y unos temas basados en la denuncia de la política de George W. Bush, y el New Maps of Hell, con el que la banda conmemoraba su 25º aniversario y que constituye una denuncia del retorno de la sociedad occidental a la edad oscura.

Puede que, pese a todo, el momento de Bad Religion ya haya pasado, y que, ahora que el punk rock vuelve a estar de moda, sean bandas como The Hives o The International Noise Conspiracy las que han tomado su relevo. Pero no estaría de más recordar la influencia que el grupo ha tenido en bandas como Pearl Jam o Nirvana, y su contribución a la extensión de un sonido, el punk rock, en el que hace 20 años parecía que no había vida más allá de los Ramones y los Sex Pistols.