jueves, 30 de diciembre de 2021

Yolanda Díaz dijo: "Plata o plomo" (y el plomo somos nosotros)

El final del año ha dejado dos victorias relativas para los trabajadores: el desbloqueo del convenio colectivo del sector del Metal en Cádiz y el desmontaje de algunos aspectos de la Reforma Laboral de 2012. Digo relativas porque, si bien ambas redundan en ciertos avances, no afectan por igual a todos los trabajadores y están lejos de las reivindicaciones iniciales de los mismos. 

Otro aspecto positivo es que han vuelto a poner en el centro del debate el trabajo, bastante olvidado desde los años 90 y que solo tras la precarización salvaje que siguió a la crisis de 2008 resurgió como tema de interés en la agenda pública. Siguiendo esta renovada popularidad, el trabajo fue también protagonista a mediados de diciembre de un rifirrafe en el Congreso entre la ministra del ramo, Yolanda Díaz, y la diputada de Vox Macarena Olona. Un rifirrafe en el que se dijo algo que, a mi juicio, resulta especialmente revelador y pone en contexto la resolución de los dos procesos mencionados al principio del artículo, además de darnos pistas para el futuro. 

Tras reprochar a Vox sus propuestas en aspectos como pensiones, convenios colectivos o indemnización por despido, Díaz avanzó que, si Vox llegaba a implantar su programa, entonces sí iba a haber "huelgas y movilizaciones masivas". Veníamos precisamente de unas movilizaciones masivas en Cádiz, resueltas con la firma de un nuevo convenio por parte de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, después de una semana larga de cargas policiales, pelotazos de goma, gases lacrimógenos y hasta una tanqueta paseándose por un barrio obrero de Puerto Real. 

Pocos días después del altercado en el Congreso se publicaba una fotografía de Díaz en amigable actitud con Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, y unos pocos días más tarde, se anunciaba una nueva Reforma Laboral que contaba con el visto bueno de la patronal. Con esta secuencia de los hechos, uno se imagina a la ministra recordándole a Garamendi sus palabras en el Congreso tres días antes: "Antonio, mientras estemos nosotros en el Gobierno los empresarios podréis vivir tranquilos. Si hay conflictos laborales, controlaremos que no pasen a mayores, con CCOO o con los tanques, con lo que haga falta. Pero si gobiernan el PP y Vox, ya sabes: huelgas y movilizaciones". En resumen, si estáis con nosotros, tendréis plata; contra nosotros, plomo. Pablo Escobar style.

(Foto: AntonMST29 - Wikipedia) 

Excepciones ultramontanas aparte, a los grandes empresarios no les gusta el caos. Su situación ideal es la del periodo 2015-2017: crecimiento económico que repercutía casi íntegramente en sus beneficios y paz social. El conflicto, las calles ardiendo, la bronca permanente en el Congreso, en los medios y en las redes sociales, la crispación, no les gusta mucho. El jaleo no es bueno para los negocios. Y en un contexto internacional que empieza a girar hacia la socialdemocracia, ¿qué son unas pocas concesiones a una izquierda socioliberal a cambio de tener el ambiente tranquilo? 

Porque, digan lo que digan propagandistas del Gobierno y Yolilovers, la nueva Reforma Laboral solo representa unas pocas concesiones para los empresarios, que además afectan más a los sindicatos que a los trabajadores directamente. Se recupera la ultraactividad de los convenios y se restablece la prevalencia del convenio sectorial sobre el de empresa (solo en lo relativo a salarios). Pero se limita poco la temporalidad y la subcontratación, y se mantienen las indemnizaciones por despido en 33 días para el improcedente y 20 días para el objetivo. Es cierto que rompe la tendencia de los últimos 30 años en los que cada reforma restaba derechos a los trabajadores -y esa es para mí su principal virtud-, pero el triunfalismo de Unidas Podemos parece un tanto exagerado. 

Cierto es que la nueva reforma está respaldada por los grandes sindicatos CCOO y UGT. Pero, más que a la legitimidad de que presume el bipartidismo -el bisindicalismo en este caso-, esto me recuerda al "plata o plomo" anterior. Controlados por el PSOE (UGT) y ahora por UP y antes por IU (CCOO), los sindicatos sistémicos actúan como correa de transmisión de estos partidos en el mundo laboral. La gran movilización contra los recortes de Zapatero vino del 15-M, no de CCOO y UGT, que convocaron una huelga general a regañadientes cuando el daño ya estaba hecho. 

En otras palabras, si Yolanda Díaz vende paz social a cambio de unas pocas reformas progresistas, lo hace sabiendo que cuenta con los grandes sindicatos como garantes de la misma. Y cuando amenaza con el plomo del conflicto social si gobierna la derecha, lo hace contando con que las balas, los que daremos la cara, los que saldremos a exigir derechos, seremos los trabajadores, convenientemente organizados y dirigidos por esos mismos sindicatos. 

En realidad, ese "yo o el caos" es bastante viejo. Desde Luis XV a Alfonso Guerra. Queda por ver si los trabajadores de este país nos prestaremos a servir como plomo en las pistolas cuando la señora Díaz lo decida y a quedarnos en el armero mientras le venga bien. ¿Qué harán PP y Vox contra los trabajadores cuando gobiernen? ¿Subir las pensiones por debajo del IPC, alargar la edad de jubilación, subir la cotización a los autónomos que ingresan 600 euros al mes, despido barato, sacar los tanques cuando protestemos...? La política del miedo se agota cuando, tras años viendo que nuestra situación no mejora pese a todas las promesas de cambios, el miedo se troca en desesperación. Antes llegan la desilusión y la desafección. Quien nos pida que salgamos a la calle contra la precariedad cuando gobierne la derecha debería darnos una razón para no salir hoy. Dicen en Abierto hasta el amanecer que hay que ser muy perdedor para no darte cuenta de que has ganado. Yo diría que hay que ser muy panoli para no darte cuenta de que sigues perdiendo.

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